
Últimamente están apareciendo muchos sitios que ofrecen plantillas ortopédicas como si fueran unos mágicos dispositivos “anti” dolor y que son esenciales sí o sí para un mejor rendimiento deportivo. ¿Es esto así? La respuesta es definitivamente no.
Las plantillas u ortesis plantares tienen su rol ante situaciones en las que se evidencia un pisada disfuncional que, como consecuencia, puede generar un problema en la cadena cinética ascendente. Por ejemplo, un pie pronado (“vencido hacia adentro”), puede sobrecargar los ligamentos laterales internos del tobillo, el gemelo interno, los músculos de la cara interna de la rodilla (músculos de la pata de ganso), los ligamentos laterales internos de rodilla y finalmente los rotadores externos de cadera. En este caso probablemente, la utilización de plantillas para que corrijan la alteración de la pisada ayudará a una mejor biomecánica. También pueden ser útiles ante otros problemas del pie: pie supinado, pie cavo, espolón calcáneo, metarsalgias, etc.
Como ocurre con los medicamentos, una plantilla bien prescripta y bien confeccionada puede ser efectiva para reducir cierto tipo de dolores. Sin embargo, si la misma está mal indicada y/o mal confeccionada (por inexperiencia, utilización de materiales inadecuados o por el no cumplimiento de las indicaciones médicas) tendrá efectos adversos como dolor y la no corrección o el agravamiento del problema.
Por ello, consideramos que es esencial una valoración médica de la biomecánica de la marcha para identificar, en primer lugar, la necesidad o no de su uso. En segundo lugar, para realizar una prescripción acorde al objetivo terapéutico y, al mismo tiempo, recomendar sitios con personal capacitado para la confección de las mismas. Finalmente, el médico tratante debe verificar que el producto terminado se haya ajustado a la prescripción.